Tiempo de calidad (Aleksandra)

De esas veces que estando rodeada de gente, te sientes muy sola. De ese modo me sentía estando en casa, me frustraba en muchas ocasiones el empeño o la rudeza tal vez con la que mi padre me pedía que entrenara, no es que no me gustara lanzar, de hecho lo amaba pero creo que en ocasiones no era necesaria tanta rudeza para pedírmelo, exigírmelo realmente. Como si los juegos realmente fueran a regresar.

Salí de la casa dando un portazo, detestaba esa sensación de la que no podía deshacerme aun clavando todos mis cuchillos en los puntos donde los lanzaba. Suspire dejando mis armas en el piso y sin prestar atención a los gritos de mi padre desde la ventana de la casa, comencé a correr sin rumbo alguno, solo intentando huir de aquello que no tiene salida. Me esperaba una buena cuando regresara a casa.

Baje la velocidad llegando a la plaza, sonriéndole levemente a las personas que lo hacian, no es que tuviera muchos amigos aquí, de hecho no tengo mucho, son más conocidos de “te vi una vez y no me interesa volver a hacerlo”. Asi es como soy y en muchas ocasiones o situaciones a la gente no le gusta tanto mi personalidad, mi caracter tan "frió" o mi forma de pensar tan diferente a la de ellos, pero algunas veces no es mi culpa, digo ellos me jusgan sin conocerme yo solo actuo de la manera en que ellos creen que soy. Por eso a las demás personas no les guste mucho estar conmigo, tengo esa etiqueta de alejar a la gente y muchas veces lo prefiero así. Solo pocas personas llegan a ser como soy en realidad y tienen que tener mucha paciensia para ello, pero bueno creo que en el fondo no soy tan mala como todos creen.

Despues de dar una cuantas vueltas por la plaza, mirando por la vitrina de algunas tiendas, me senté en una banca vacía subiendo las piernas en esta, me recline sobre el respaldo mirando sin ninguna expresión a las pocas personas que pasaban por el lugar, sumerjida mas en mis propios pensamientos.

La morena había salido de su casa decidida a dar un agradable paseo aprovechando que su padre se había quedado dormido. Tras salir de su casa y ponerse una fina chaqueta para evitar ponerse mala por culpa de la suave pero ocasionalmente traicionera brisa que surcaba el distrito 3, Aleksandra comenzó a caminar con dirección a la plaza en la que solía terminar todos sus paseos por ser la zona con más actividad de todo el distrito y en la que se sentía como una espectadora privilegiada del espectáculo que las risas y murmullos de la gente, las luces y adornos de las tiendas y el vuelo de las palomas, se sumaban a los bonitos atardeceres. 

Para llegar a la plaza, la morena solía escoger el camino largo que atravesaba una de las zonas ricas de la ciudad, zona que poseía una bonita avenida con árboles y parterres de flores que formaban el distintivo del distrito, flores que se decía que cantaban al amanecer, claro que la morena nunca llegaría a oír ese espectáculo ya que su padre a duras penas la dejaba salir a las siete cada mañana para dirigirse a la academia.  Pero ahora mismo a la morena lo que le interesaba era el llegar a la plaza disfrutando de cada paso que daba por la avenida y no la posibilidad de que los inventores hubiesen creado flores cantarinas, cosa que podía ser un rumor o algo que la persona que se lo había contado se acababa de inventar, al fin y al cabo, la morena era conocida por ser una crédula de primera, capaz de aceptar cualquier cosa sin plantearse si era cierto. 

Aleksandra recorrió la plaza con la mirada en busca de algo que pudiese entretenerla hasta que tuviese que volver a su casa, encontrando en uno de los bancos a Kimberly, por lo que se acercó a saludarla. 

-Hola Kimberly, ¿te molesta que me siente contigo?- La morena habló mientras saludaba a la otra chica con una sonrisa alegre y señalaba el sitio vacío a su lado. -Ahora que lo pienso hace tiempo que no hablamos. -

La morena respondió con una suave risa a los comentarios y preguntas con la que su amiga la bombardeó en cuanto se hubo sentado, era agradable poder pasar algo de tiempo con Kimberly, riendo y olvidando todas sus preocupaciones, sintiéndose totalmente relajada por primera vez en varias semanas, ya que por mucho que Aleksandra mantuviese su eterna sonrisa también tenía problemas como el resto de mortales. Aunque también era cierto que era la misma Aleksandra la que no quería compartir todo lo que pasaba por su alocada cabecita llena de pájaros, y si bien lo hacía con la intención de no preocupar a nadie, solamente conseguía que al cabo de pocos días empezase a notar los síntomas propios de las personas con falta de descanso; por suerte para ella todavía estaba relativamente bien, ya que si había algo que la morena no quería era preocupar a Kimberly con sus problemas. 

-La verdad es que creo que ha sido culpa mía, me he quedado a hacer demasiados ensayos extra en la Academia y también he estado algo ocupada con el trabajo en la fabrica.-La morena acompañó su respuesta con una pequeña sonrisa y el movimiento necesario para dejar sus piernas en una posición similar a la de la otra chica, soltando un suspiro de satisfacción cuando los rayos de sol comenzaron a calentar su espalda. Mientras sonreía a la chica que tenía delante, no podía evitar pensar cuán diferentes eran: ella solía ser todo dulzura y aunque no le cayeras bien te trataba con educación mientras que Kimberly no dudaba en dejaste claro que debías desaparecer de su vista si no querías perder algo valioso. Aleksandra envidiaba en ocasiones la capacidad de ser tan directa y franca, pero solo a veces. 

A la morena seguía constándole creer que tenía a alguien como Kimberly a su lado, a alguien en quien confiar y compartir confidencias, alguien con el que poder reír y callar, incluso llorar si había una razón lo suficientemente poderosa. A Aleksandra le costaba creer que tuviese una amiga porque nunca se le había dado bien empezar o mantener una relación de amistad, todas las personas con las que lo había intentado le reprochaban que fuese tan callada y que de vez en cuando tuviese comportamientos infantiles que se hacían pesados; sin embargo Kimberly era diferente, a ella no le molestaban sus silencios y que fuese mayor que ella solamente era un añadido para que la pequeña locuela se sintiese segura con la señorita Styles. Pese a todas sus diferencias sabían mantener una fuerte amistad que desafiaba a todo el tiempo que por diversas razones no podían compartir. -Y tú qué tal estas?-Terminó preguntando la morena. 

-Sabes que no puedo dejar las cosas para el último momento.-Dijo la morena entre risas, Aleksandra sabía que en ocasiones era demasiado estricta consigo misma, sabía que había momentos en los que se desesperaba por terminarlo todo el mismo día en que lo encargaban aunque fuese para dentro de dos semanas. Su propio padre cortaba la electricidad de su propia casa para que ella no pudiese seguir estudiando.

Aleksandra continuó escuchando a su amiga mientras disfrutaba del sol y del ambiente de la plaza, en la que varios niños y jóvenes disfrutaban del buen tiempo y de las tiendas que había; alejando estos pensamientos de su cabeza, la morena volvió a centrar su atención en Kimberly que en esos momentos le contaba como el trabajo en la tienda de sus padres había aumentado, y eso era algo totalmente comprensible dadas las circunstancias, ya que desde que se había anunciado la vuelta de los Juegos se había producido un aumento de los pedidos en todos los ámbitos, la propia Aleksandra pasaba una hora más en la fábrica con el fin de ganar más dinero para tener algo ahorrado por si algo malo pasaba.

La chica escuchó la propuesta de ir a otros distritos con su amiga, actividad que podría ser bastante divertida, ya que Aleksandra sabía que Kimberly se encargaría de cuidar que no se perdiera y la "obligaría" a conocer gente nueva a pesar de su timidez, por lo que le parecía una buena idea, aunque una cosa es lo que ella pensara y otra lo que su padre decidiera, claro que existía la posibilidad de que al enterarse de que iba con Kimberly le dejase vagar por los distritos a los que había visitado en esporádicas ocasiones y casi siempre acompañada por él.

-Es una buena idea, creo que mi padre me dará permiso si sabe que voy contigo.-La morena terminó contestando con su característico tono de voz alegre y cálido como el sol que ahora mismo bañaba el distrito 3.