Flauta de pan. ~Rhymer~

¿Qué es esto que veo? Es... Es una luz, Escucho una voz.. Esa voz repite y repite mi nombre. Alana, Alana.. No, no vayas hacia la luz, no vayas hacia...
-Alana, querida despierta -
-Oye abuela, déjame dormir un poco más - Dije tapándome de nuevo con la fina sabana que me cubría.
-Anda, levántate. Ya está el desayuno - Abrió la cortina de la pequeña ventana que estaba en esa habitación. El sol estaba brillante, fuerte. Esos días en los que te es imposible salir, por que el sol arde en tu piel. No me imagino como la deben estar pasando mis padres.
-Voy en un minuto. - Dije algo triste.
Camine unos pasos hacia donde estaba el baño, enjuague mi cara y mi boca. Estaba perdida, mareada, no me sentía muy bien. Lave mis manos con jabón para luego tallarme los ojos. Los tallé fuerte y sacudí la cabeza.
-¡¡¡¡ABUELA!!!! - Grité mientras me ponía las manos en la cara.
-¡¿Qué pasa mi niña?! - Contesto algo preocupada mientras entraba al baño.
-Mis ojos abuela, me duelen mucho. Les cayó jabón. - Dije llorando. Enserio me dolía.
-¡Alana Rue Stemberg, Si que eres una niña bastante torpe! Vamos, agacha tu cabeza. - dijo mientras empujaba mi cabeza hacia el lavadero.
-¡Duele! ¡Duele mucho! - Me quite las manos de la cara para que el abundante chorro de agua que salía del grifo cayera sobre mis ojos.
-¿Ya está? ¿Ya no duele? - Me pregunto mi abuela después de un rato de estar ante la caída del agua.
- Ya, estoy bien. Gracias abuela. - Le conteste secándome con mi propia ropa.
-Alana, no te seques con tu ropa! - Me regañó.
-Pf - Me quejé - Ya está muy húmeda. -
-No conteste jovencita! Dime, Cómo pasó? - Me pregunto aun preocupada.
-Me sentía un poco mal, me distraje. Perdón abuela. - Me disculpe agachando la cabeza.
-Debes tener hambre, vamos a desayunar. - Me tomó de la mano y me llevo a la pequeña mesa que estaba junto a un desgastado sofá y por el otro lado una no muy espaciosa cocina.
-¿Qué desayunaremos? - Me senté.
-Huevo. - Contesto sonríendo. hay esta abuela, por todo era feliz.
-Esta bien - me crucé de brazos mientras la miraba, y claro, también sonreía.
Me sirvió, No era mucha comida, pero como me sentía mal, dejé mas de la mitad.
-Estoy satisfecha abuela - Aparte el plato y me levante.
-No señorita, tienes que terminártelo - Me dijo sin mirarme.
-Abuela.. Por favor - Le supliqué.
Miró el plato - Por lo menos déjalo a la mitad - Se volvió a su comida.
-Bueno... - Se senté de nuevo suspirando. Lo comí. - Hasta la mitad, como tu dijiste. - sonreí
-¿No te gusto? - preguntó triste.
-No abuela no es eso, es que.. es que.. No tengo tanto apetito esta mañana - Le dije mientras fruncía el ceño y levantaba mi plato.
-Te creeré ¡Pero solo por esta ves niña! - Exclamo mientras llevaba su plato al fregadero.
-Yo te ayudo a lavarlos - Me ofrecí.
Ella acepto. Platicamos mientras yo lavaba los platos y ella limpiaba la estrecha cocinita en la que estábamos.
-¡Me voy! - Termine de lavarlos me sequé las manos, de nuevo en mi blusa.
-A donde irás niña? - Me pregunto algo molesta.
-Qué sé yo- Me rodee mi mochila por los hombros y tome mi flauta de pan. - Por ahí a caminar -
-¡Niña, ten mucho cuidado! - Gritó antes de que yo saliera de la casa.
Me salí y caminé, ya estando un poco lejos, voltee hacia mi casa. Era una casa pequeña, humilde, pero todos vivíamos muy bien ahí, caminé mas y más... encontré un árbol muy bonito y era alto. Escalé y pude por fin colocarme en una rama gruesa y fuerte. Sin mas que hacer, comencé a tocar la flauta, que bonita sensación, el viento en mi cara y con un frondoso árbol cubriéndome de los fuertes rayos del sol. Que relajante era para mi poder estar ahí arriba.

A veces viajar podía ser divertido, a veces no tanto, simplemente dependía de mi humor o de que se tratara, esta vez no lo sabía, simplemente lo soportaba; papá se había visto en la obligación de llevarme porque mamá no quería quedarse a cuidarme ella sola ¡Pero si nunca lo hacían! Solo aparecían de vez en cuando, comíamos juntos, me preguntaban sobre mi vida y yo se los decía aunque en realidad no valiera la pena, nunca escuchaban con verdadera atención, podía decirles que me había atacado un dragón y solamente contestarían "Me alegro Rhym" me sorprendía incluso que recordaran mi nombre, pero supongo que después de todo un padre no puede olvidar tan fácilmente el nombre de su hija así como me es casi imposible a mi olvidar el color de las hadas de invierno, aunque rara vez se les podía ver de cerca, su piel pálida desentonaba completamente con nuestra clase de invierno pues no importaba cuanto lo desearas: Era prácticamente imposible que nevara en el distrito cuatro.

¿Por qué viajaba? Porque las pesca debía entregarse al alcalde ¡Pero si tan importante era que fuera el! ¡Por que tenía que ir yo o mi padre? Pero al parecer era una entrega importante, además de que eran algo así como amigos, así que mientras mi padre fingía estar ocupado cuando en realidad charlaba sobre su vida con el alcalde -que seguramente a el si lo escucharía- yo debía quedarme a esperarlo en la recepción, algo a lo que yo no estaba dispuesta; me levanté de mi silla y me dirigí a la puerta de la que fácilmente pude salir sin hacer mucho ruido, el estar en su casa no era tan malo, además de que había poca gente para custodiarme. Así que saldría un rato, seguramente volvería antes de que mi padre notara mi ausencia o inclusive antes de que se le cruzara por la cabeza el salir de aquella habitación en la que se había adentrado.

Y seguí caminando hasta donde un hada del trigo me guió, nunca las había visto, seguramente solo habitaban en el distrito once en el cual la agricultura era la mayor fuente de producción por no decir la única, pareció guiarme a un montón de casas de las cuales su extensión sobrepasaba mi vista, no bromeaban cuando decían que aquel distrito era enorme y que si te proponías el contar a cada uno de sus habitantes seguramente tardarías demasiado en acabar...quizá nunca lo lograrías. Me dirigí a un lugar en el que había un gran árbol, grande, alto, frondoso, muy lindo en realidad ¿Sería la casa de aquel hada? ¿Acaso quería invitarme a cenar? Pero yo no tenía tanto tiempo, para la cena mi padre ya habría acabado de hablar con el alcalde, pero no quise decirle nada, pues aún no me invitaba y el invitarme yo sola habría sido grosero; entonces pude escuchar una hermosa melodía, provenía de arriba del árbol, intenté trepar por las ramas pero no llegué muy alto, los árboles en el distrito cuatro no solían ser muy altos así que no estaba acostumbrada.
-Oh, pero parece que esa melodía ha sido creada por magia-Murmuré, después alcé la voz para que pudiese escucharme la dueña de la cabellera marrón dos ramas sobre mí -Y tu, ¿Qué clase de hada eres? Pareces una persona normal-Después recordé algo, quizá estaba siendo grosera y estaba invadiendo un lugar que no me pertenecía -¿Este es tu hogar? No quería ser grosera al subir aquí sin permiso- No solía pedir perdón, pero si se trataba de un hada no podía hacer otra cosa, tenían contactos y si era maldecida seguramente no me iría muy bien, y mucho menos con el día de la cosecha tan cerca...

Ah... Este sol... Este maldito sol, y pensar que pude haber estado ahí, en medio de los dorados rayos del sol. Creo que bajaré, e iré con mi abuela. No, mejor no que fastidio, hace calor aquí. Me recogí la mitad del cabello y comencé a tocar mi flauta. Que bonito sonido... Es increíble que con tan solo soplidos se puedan emitir sonidos tan relajantes, tan bellos, tan... Rubia? Qué demonios hace una chica rubia aquí? Y la vi, acercándose, cada ves mas y mas. Sus ojos eran azules, con una mirada penetrante y profunda. Su cabello brillaba, brillaba tanto que parecía que ella era la que llevaba esos rayos tan fuertes de sol, parecía que por cada cabello que tenía era un destello de sol, me encandilaba con solo verlo. Su melena era abundante y larga. No pude apreciar nada mas de ella por que en cuanto más se acercaba se escondía debajo de las ramas inferiores con escasas hojas. Me dio un escalofrió, acaso... ¿Quería hacerme daño? Esta tratando de escalar. ¿Que quiere?, ¿Esta preguntando algo? Es sobre hadas... ¡Basta de preguntas! Necesito responderle... Esta volviendo abajo, se ha rendido?, ¿No va a hacerme nada? ¡NO! no invades mi espacio... Debo.. Debo responder -No... No soy una hada.. Lamento decepcionarte... Esta es.. la primera ves que hablo con alguien mas que no sea mi abuela o mis padres... -No estas siendo grosera, puedes estar aquí,- Nunca la había visto por aquí, no parece ser de este distrito...-Este árbol no es mio...- Por que me dijo que era un hada? ¿Que mosca le picó?
Quise bajar, presentarme, sonreirle, probablemente ofrecerme para mostrarle todo el lugar... Pero me ganó mi timidez, mi boca no pudo emitir ningún sonido más aparte de lo que ya le había dicho... esto sería otro intento fallido de hacer amigos.

Sonreí, no era un hada, entonces ese árbol no era suyo así que podía quedarme arriba, pero escalé muy poco antes de detenerme de nuevo, pues como he dicho antes, la costumbre me mantiene más cerca del suelo. No me decepcionaba, me divertía el hecho de que pudiese haberla confundido y a la vez me hacía preguntarme si con eso no me merecería otro tipo de castigo, por confundir tan pura especie con una simple persona, quién sabe, se dice que estas hadas del trigo son un caso serio en cuestión de carácter -Oh bueno, si no soy grosera ni te pertenece este lugar...- dije refiriéndome a la gran planta en la que me encontraba trepada, mientras intentaba subir más alto poco a poco, esa niña no podía estar tan alto y yo tan abajo, tenía más capacidad ¿Cierto? Pero es que para ella parecía tan natural, como si hubiese nacido con el conocimiento de hacerlo... ¡Pero yo también podía lograrlo! Podría lograr cualquier cosa que me propusiera, lo sabía, lo sabía el mar y lo sabían todos esos libros que alguna vez había devorado palabra por palabra. Así que elevé la mano tomando una rama y después otra -... creo que podré subir a escucharte de cerca- dije intentado que no se notara la dificultad que representaba el elevarme a su nivel.

Y al fin lo logré, después de unos minutos de silencio lo había logrado ¿Cuánto había subido? ¿Tres metros? ¿Más? No lo averiguaría mirando hacía abajo seguro, puesto que seguramente mi cabeza comenzaría a dar vueltas sobre si misma y todo mi esfuerzo se habría ido muy lejos mientras yo caía. Me acomodé bien entré las ramas, unos centímetros abajo de la otra chica y cuando al fin me sentí a gusto reflexioné: había estado muy callada, demasiado, había dicho que no le molestaba así que esa no era la razón; quizá estaba esperando a que yo llegara para hablar, o estaba admirando mi poca habilidad. Pero ahora que estaba ahí mirándola seguía sin decir gran cosa, quizá yo le daba miedo, tan pálida y diferente a los de su distrito... así que to debía dar el primer paso -Bueno... ¿Cómo te llamas?- Simple, la manera de comenzar a conocer a alguien -¿Cómo van las cosas aquí en el once? ¿Es divertido vivir en este lugar?- el viento rozaba mis mejillas y movía mi cabello, ya había olvidado lo divertido que se sentía estar tan por en cima de todo.

Definitivamente, no es de aquí... De nuevo estaba subiendo la chica rubia... Su encandilante cabello rubio me lastima los ojos, aunque es el sol quien lo hace. Seguí tocando mi flauta, ignorándola, pero no! Ella seguía subiendo.. mas y mas.. se acercó tanto que solo me aparté la flauta de la boca, y me quedé ahí, mirando los sembradíos, callada, calmada. Debí haberle dicho que este lugar me pertenecía! Que era mío, solo mio.. por que lo es, no es así? Es... Es lo único que tengo, mis bellos arboles... los bellos y altos arboles del distrito 11. Soy la única pequeña que se sube en ellos... Que más da.. Ya le dije que no soy nadie para decirle que no puede quedarse aquí... Por que me pregunta cosas? No siente rara al hablarme? un poco de vergüenza? Nada? Yo me siento tan rara... Mi abuela suele decirme que soy tan tímida como las aves, No dejo que nadie se acerque a mi, y si lo hacen, huyo. Quisiera volar como ellas. Me resulta tan fantástica la idea de poder volar atravez del cielo azul, visitar lugares que jamás eh visto, poder pararme en las copas de los arboles, en lo mas alto de los arboles sin miedo a torcerme un tobillo, poder huir de la gente que no conozco y no verme como una total torpe... Pero no, no es así. No soy un ave, tal vez la querida progenitora de mi madre lo diga solo para hacerme sentir bien y no como una tonta niña que no sabe hacer amigos; Que solo puede estar cerca de su familia....

Aunque, pensándolo bien, tal ves esta sea mi oportunidad... mi oportunidad para conseguir una amiga, una verdadera amiga! Pero veamos, jamás eh tenido una. Bueno, sí. Mi abuela es mi mejor amiga.. Pero ella y yo solo hablamos sobre papá y mamá, sobre como nos esta yendo, como me va en la escuela.. y en escasas ocaciones sobre mi tía Rue. Cuando quiero saber sobre ella, a mi abuela se le alarga la cara y solo me cuenta muy poco sobre ella, si es que no se le inundan los ojos, se le quiebra la voz y no puede decirme nada. Algún día me ''revelaré'' a mi abuela y a mis padres, diciéndoles que tengo derecho a saber que le paso a la tía Rue que jamás conocí, es mi segundo nombre, estoy en todo mi derecho de saber quien fue ella! Me eh desviado del tema, entonces, de que hablan las amigas? Alguna vez le pregunté a mi madre de que hablaban... Me dijo que hablaban de chicos y de cosas por el estilo... Puaj. Odio a los chicos. Estoy muerta, no conseguiré amigas. No puedo dejarle con la palabra en la boca -Mi nombre es Alana..- Y que se hace ahora? A sí.. Devolverle la pregunta. - y el tuyo?- Que más? Cierto, la otra pregunta... - Supongo que bien. - Con eso basta, no?

Se quitó la flauta de los labios y me miró un momento, como meditando su respuesta, ahora me sentía mal, de haber privado al viendo de transportar esa melodía, de haberle prohibido a las hadas escuchar su música y a las aves sentir envidia por un momento puesto que no podrían nunca igualar a la chica de la flauta de pan... quizá y después de todo si era un hada, un hada que creció en un mundo completamente ignorante, ignorante de su melódico talento y su mágica procedencia. Por un momento le eché una mirada al lugar ¡WOW. Se veía todo desde ahí! Los campos de siembra a lo lejos, las casas un poco más cerca y las personas como si fuesen hormigas caminando bajo el candente sol, todo era tan amarillo, bañado en los rayos del astro rey y reflejando su luz aunque quizás mi cabello rubio sobre mi rostro ayudaba a tener esa impresión. Y la chica de cabellos castaños seguía pensando, mientras yo me sujetaba del árbol, mirando feo al invisible aire que me preguntaba si le tenía miedo a las alturas, me decía que era una especie de miedosa ¡No! ¡Yo no le temía a nada! ¿Cómo podía decir tal cosa sobre mí? Se burlaba de alguien que desconocía completamente. Era verdad que los vientos cambian según momentos y lugares, el aire del distrito once parecía ser más pesado que en el cuatro, donde no se burlaba de mí sino que jugaba con mi cabello solamente o me traía canciones de otros lugares, porque el viento casi nunca canta con su voz ¿Lo sabías? Es difícil, creo que piensa que no canta bien porque prefiere que escuche las palabras que me trae de otros lados a escuchar la de él… ¿Alguna vez has escuchado cantar al viento? Porque canta muy hermoso, casi tanto como el mar.

“Alana” Cuando al fin contestó mi pregunta sonreí, el sonido de ese nombre era muy bonito, como una siesta a media tarde o mi madre abrazándome… ¿Hace cuanto no me abrazaba? –Tienes un nombre hermoso- le dije, el mio, el mio era raro, y sin mucha novedad, o al menos eso creía yo –El mío es Rhymer- dije quitándole importancia justo antes de acomodar un mechón de mi cabello que estaba obstruyendo mi vista desde hace rato, después le pregunté como se la pasaba pero me contestó algo gracioso –¿Cómo que supones? O estás bien o no lo estás - fruncí el ceño de una manera divertida, sin entender muy bien su respuesta ¿Cómo se pude dudar en algo como eso? Aun el gatito herido que encontré hace algún tiempo antes de eso estaba bien, su mamá había muerto cuando la golpeó una roca (nunca supe si alguien lo hizo o fue un accidente) y se había quedado solo y herido mientras vagaba llorando por los rincones, hasta que lo encontré, al principio me tuvo miedo pero después confió en mi, quizá porque se dio cuenta de que yo también estaba sola, y lo llevé a casa, mamá y papá no lo notaron al principio pero después de mejorar lo echaron de la casa sin siquiera consultarme, aún era pequeño y tuvo que valerse por si solo pero había veces en que me lo encontraba y cuando lo tocaba sentía su felicidad, aún después de todo él estaba bien, yo también estaba bien; sin importar que tan mal van las cosas siempre podrían ser peor, siempre debías verlo de una mejor manera porque si no lo hacías así podía irte muy mal. Eso me hizo dudar… esperaba que le fuera bien, pero, ¿Si le iba mal? Si no era feliz o no estaba conforme podía ser muy malo para ella, parecía tan feliz ahí, pero a la vez se veía sola… como el gatito y yo.