Please..Please..not him :: Daven-

Para que mentir? Había sido obligada a ir a el distrito uno. Mi padre casi me llevaba a rastras hasta ese lugar a visitar al tío Gale, o algo por el estilo, en realidad su odioso hijo los estaría esperando y de allí se suponía iríamos a su hogar. Odiaba estar con Daven casi tanto como..no, no había nada que odiara más que ese echo.
Suplique, rogué que me dejarán ir al distrito 10 en busca de Henrik mientras ellos se allaban con tío Gale, pero no me lo permitieron.
Todo el camino rumbo a ese distrito colorido y adornado fuí refunfuñando, maldiciendo en silencio y esperando que algo pasara, un contratiempo..lo que fuese pero que no llegaramos.

No sabía que aspecto tenía pero seguro en verdad se me veía demasiado enojada porque Trent no me molesto en todo el camino, no me hablo, ni si quiera me miro.
El camino se me hizo demasiado corto en cuanto comencé a visualizar el colorido del distrito por la ventana del tren. "Al mal paso darle prisa" Me dije a mi misma en cuanto bajamos.
-Lo ven por algún lado?- Dijo mi padre y mi hermano comenzó a buscarlo con la mirada, yo simplemente me recargue en un poste y miré al suelo, esperando que por algún poder divino se haya caido a al mar o perdido en algún lugar.

Levanté u poco la vista, solo un poco y pude notar como se acercaba a nosotros. Presione mis labios y clave mi vista en el cielo, haciendo como si o lo hubiera visto.
-No quiero que seas grosera- Oí a mi padre decir y yo bufé, pareciera que nadie se daba cuenta que aquel castaño con sonrisa perfecta había sido el que siempre me había odiado.

En ocasión su padre resultaba ser extremadamente molesto, en especial si se trataba de los días en que los Mellark iban de visita. Se ponía totalmente histérico queriendo que todo en casa estuviera en perfectas condiciones, cosa difícil teniendo en cuenta que ahí no había ni una sola presencia femenina; así que tenía que ayudar a limpiar, cocinar y hacer infinidad de cosas que finalmente no servirían para nada. Era frustrante. Y lo peor de todo era que él siempre era el encargado de recibir a los Mellark en la estación del tren, era una agonía. No tenía gran problema con Peeta y Trent le era indiferente, pero las dos mujeres de la familia lo ponían a rabiar con el simple hecho de saber que respiraban, especialmente la que era de su edad. Había algo en la personalidad de Katleen que sencillamente lo hacía rabiar, probablemente por que eran un tanto parecidos y chocaban con cada mirada. Era una verdadera ironía cuando se ponía a pensar que, muy probablemente, sus padres tenían la esperanza de que fueran mejores amigos o terminaran en pareja... ¡Oh, si supieran que solo querían asesinarse el uno al otro! Bueno, Gale sabía lo que Daven pensaba de la rubia.

Salió de casa con tiempo justo para llegar a la estación al mismo tiempo que el tren, pero no contaba con encontrarse con un grupo de amigos que lo distrajeron con sus bromas estúpidas y conversaciones sin sentido. Llegó a la estación con cinco minutos de retraso y una mueca de molestia en el rostro por tener que dejar a sus amigos por culpa de esas personas. No eran muy difíciles de encontrar a decir verdad, solo tenía que seguir las miradas de curiosidad de la mayoría de la gente a su alrededor. Los Mellark-Everdeen y su fama. Había prometido a su padre que fingiría por lo menos un poco de agrado hacía ellos, así que se forzó a dibujar una gran sonrisa en su rostro y a tratar de ignorar su mal humor — Siento la tardanza, hubo un par de distracciones en el camino — De disculpo mientras estrechaba la mano de Peeta y Trent con amabilidad. Como Katleen estaba más lejos sencillamente hizo un gesto casi imperceptible con la cabeza, a modo de saludo. — Bueno ¿nos vamos? — preguntó al mayor de los Mellark. Daven solo quería volver lo más pronto posible a su casa, encerrarse en su habitación y fingir que esa rubia que lo veía con desprecio no existia.

Algo le dijo a mi padre que yo o alcancé a oir, daba igual poco me importaba. Cuando vi que me miro y movió muy levemente la cabeza alcé mi mano y moví con cierta pereza mis dedos de arriba a abajo, primero el meñique, después el anular y así consecutivamente y por ultimo soltando un ligero suspiro, cuando mi padre volteo a verme y yo negué con la cabeza, no podía atreverse, lo había dicho en el tren pero como una simple broma.
De pronto una sonrisa picara se torno en sus labios y volteo a ver a Daven.
-Kat se estaba preguntando en todo el camino si serías tan amable de mostrarle la plaza y lugares bellos de tu distrito, hijo.- Así solía decirle mi padre "hijo" y solía creer que Daven y yo algún día acabaríamos juntos, tonterías, más bien nos acabaríamos el uno al otro en cualquier oportunidad que tuviéramos.

Me acerque casi trotando y negué con la cabeza -No es necesario, puedo ir yo sola, no me perderé lo prometo- Pero ese hombre que se hacia decir mi padre negó con la cabeza y Trent en un acto malvado lo jaló llevándoselo, bastante tiempo llevábamos visitándolos como para saber hacia donde se hallaba la casa Hawthorne.

Presione los labios viéndolos poco a poco alejarse, pronto me las pagarían, en cuanto regresáramos y le dijera a mamá..., solté un suspiro y ladee la cabeza mirando a Daven, sabía que esto no era mejor para él que para mi.

Había comenzado a caminar cuando escuchó la petición del mayor de los Mellark. No pudo hacer más que quedarse como piedra y voltear con una sonrisa claramente fingida en los labios. Regularmente no le resultaba difícil encontrar pretextos para mantenerse alejado de Katleen, tenía años de práctica en eso y todo el mundo lo sabía, pero en esa ocasión parecía ser que Peeta estaba decidido a que los "primos" pasaran algo de tiempo de calidad juntos. Comenzaba a odiar a Peeta. La rubia se acerco casi tan asustada como él, estaba seguro de que ella tampoco quería que los dejaran solos, pero sus intentos de persuadir al mayor fueron vanos. Pensándolo bien, odiaba más a Trent, ese pequeño mocoso que se llevó a rastras al mayor.

No despego la vista de los dos Mellark hasta que se perdieron entre el gentío ¡Ni siquiera le habían dado oportunidad de negarse! Entonces sintió la mirada de la chica sobre él, se giró a verla con el ceño fruncido y cruzó ambos brazos sobre su pecho — ¿Qué miras? — preguntó de forma tosca antes de darse vuelta y comenzar a caminar a la salida. Por más que tratara - aunque realmente ni siquiera lo intentaba - no podía comportarse de otra manera con la hija del Sinsajo, iba contra su naturaleza. Pero algo que si era natural en él era hacer las cosas detestables para ganar méritos con su padre, y entre esas cosas detestables estaba Katleen. No podía llegar a casa sin ella, pero tampoco planeaba llevarla a la plaza, donde seguramente estarían sus amigos. Se giro de golpe, enfrentando a la chica nuevamente — Mira, tú no quieres estar conmigo así como yo no quiero estar contigo. ¿Qué te parece si hacemos un trato y ambos nos safamos de esta táctica enferma de nuestros padres? — Sabía que ella entendería. Jamás lo admitiría pero era consiente de que Katleen Mellar era todo menos estúpida. Se quedo mirándola en la misma posición, esperando su respuesta.