Have I found you? || Claire D. Gates

Y ahí estaba yo nuevamente, con cara de pocos amigos y tratando de encontrar algún vago motivo que me hiciera encontrarle algo bueno a aquella visita sin sentido. Para ser sinceros empezaba a detestar cuando mi padre me tomaba con él, insistiendo que era importante que lo acompañara a ver como los Agentes de Paz se instalaban nuevamente en cada Distrito. No le veía el caso ¿para qué quería ir a ver eso yo? Sí, era divertido ver los espectáculos que podían llegar a armar alguna que otra persona aterrorizada por la llegada del “régimen”, pero hasta ahí era divertido; no veía que iba a aprender de ello y mi padre no me explicaba gran cosa. El tren de alta velocidad llegó a su destino y todos tuvimos que bajar y ya que no me quedaba otra opción hice lo mismo con pesadez. Los rayos del sol me dieron de pleno en la cara, pero no me molesté en cubrirme con el brazo, sino que dejé que éstos me molestaran un poco más por el simple motivo de que estaba cabreado de venir al Distrito 6.

Mi padre sabía que odiaba viajar a cualquier lugar que no fuera el Distrito 1 o el Capitolio y aun así me hacía venir. A pesar de todo no podía negar que el Distrito 6 no estaba mal, su industria es el transporte y ahí se fabricaban los aerodeslizadores y los trenes como del que acababa de bajar. Tenía que admirar su trabajo ya que lo hacían muy bien pero eso no me quitaba lo enojado. Con un gesto despreocupado le dije a mi padre que iría a dar un paseo ya que eso era lo que me dedicaba a hacer cuando me veía obligado a venir con él, perdía el tiempo. Quizá podría encontrarme con Claire, una buena amiga pero dudaba que eso pasara. Así que empecé a caminar por las calles llenas de gente que veían como los Agentes de Paz llegaban y claro también me miraban a mi como su fuese un bicho raro. Traté de ignorar sus miradas y seguí adelante, quizá habría algo bueno que ver a pesar de todo. Solo fue cuestión de segundos para llegar a la gran plaza, que parecía estar algo vacía; solo unas cuantas personas se encontraban aquí y por allá. Me imaginaba que todos o la mayoría deberían estar trabajando.

Pero eso no era lo que había llamado mi atención, sino que algo más allá si lo había echo. Mis ojos se lanzaron al lugar como si de oro se tratara. Parecía una zona de entrenamiento pero no hacía sentido. ¿Para qué alguien querría una zona de entrenamiento en el Distrito 6? Todavía lo entendía y asimilaba en mi distrito pero no aquí. Sin entenderlo mucho caminé hasta la zona y observé como varios chicos, chicas y alguno que otro adulto parecían estar entrenando, algunos con espadas, otros escalando y otros con cuchillos. Fruncí el ceño al mismo tiempo que los veía algo asombrado, no iba a negarlo y sin pensarlo dos veces me dirigí hasta la zona de cuchillos y sin permiso alguno tomé uno del montón, estaba algo oxidado y mal cuidado, por lo que no reprimí una cara de disgusto; sin fijarme mucho lo tiré a la primera diana que había visto. El cuchillo dio en el centro y yo sonreí con altivez.

Hoy me tocaba entrenar. Así era, mi vida se había acortado a por lo menos salir tres veces a la semana y entrenar, sabía que los juegos del hambre no eran cosa fácil, además no me agradaba esa sensación de debilidad y si no fuera por mis ganas de entrenar y hacer ejercicio a tope me sentiría peor, mucho peor. Me coloqué una chaqueta y salí de casa, obviamente con mi fiel guardián detrás de mi, un pequeño cachorro sin nombre que recogí en el distrito doce, parecía que no tenía dueño puesto que estaba sucio y sus huesos se veían a través de su piel, bueno después de que le alimente y cuidé por un par de semanas, parecía que era una extensión de mi, puesto que me acompañaba a donde fuera, dormía en mi cama y al desayunar se recargaba siempre en mis pies.

Caminamos durante unos minutos en dirección a la zona de entrenamiento, pero antes pasamos por la plaza principal, parecía que hoy nos visitaban los agentes de la paz, "Vaya mierda" pensé. ¿No tenían otros distritos a los cuales molestar?, hice una mueca y seguí mi camino. Parecía que las personas comenzaban a aprovechar la zona de entrenamiento, al principio sólo se trataba de mi y de mi cachorro como compañía, después se fueron agregando uno, dos y luego venía una familia completa. No me molestaba en absoluto, en cambio apreciaba que la gente comenzara a darse cuenta de que no era necesario darse por vencidos. Fui directo a un pequeño casillero y metí mi chaqueta, sin antes haber sacado mi toalla y una botella de agua. Me giré y vi que mi cachorro ya no estaba, le silbé pero nada apurada cerré la puerta del casillero y me dirigí a la zona de entrenamiento.

Respiré aliviada al ver a mi pequeño cachorro mordiendo el pantalón de Runyon, no pude evitar reírme al ver eso ya que mi cachorro era demasiado reservado, bueno en realidad sólo se comportaba así con personas que representaban un peligro para mi o que simplemente no le agradaban, después de varios segundo más de risa fui directo hacia donde se encontraban, me incliné y lo tomé en brazos obligandolo a dejar de morder el pantalon del pobre chico.-Lo lamento-le dije mientras me reincorporaba-Y tú comportate si no quieres que te encierre en tu jaula-le dije a mi cachorro mientras lo bajaba y este refunfuñaba con un chiquillo recién castigado.

-¿Hey, que haces por acá?-dije mientras pasaba mi mirada hacia Runyon, quien estaba en la zona de lanzamiento de cuchillos, no pude evitar ver las dianas y notar que en una de ellas había sido atravesada exactamente en el centro por un cuchillo-Parece que te estabas divirtiendo-mencioné dibujando una sonrisa en mi rostro.

Era una lastima que ese cuchillo hubiera estado tan mal cuidado porque sin duda era había sido un bueno cuchillo… en sus tiempos. Sentía la necesidad de tener mi set de cuchillos a mi lado, no había ido vestido adecuadamente para entrenar pero para lanzar unos cuantos cuchillos no necesitaba esa ropa, pero si sentía que me faltaban mis cuchillos, no esos viejos y oxidados que ahora estaba observando con una gran mueca en mi rostro. Era una pena, lo único que podía hacer era entrenar con ellos mientras mi padre supervisaba a los Agentes de Paz si es que no quería aburrirme con una vil almeja. Sin pensarlo dos veces tomé un puñado de los cuchillos y empecé a revisarlos, viendo cuales estaban en mejor estado, cuales me acomodarían mejor y cuales dejaría en la mesa para remplazarlos; pronto ya tenía mis cuchillos escogidos, los cuales habían pasado cada prueba visual. Al menos eran lo mejor que podía tomar de aquello y no me quejaba tanto.

De pronto visualicé a una chica por el rabillo del ojo, de cabello negro, alta y delgada, la cual estaba a un lado de mí, alejada solo por unos dos metros y que también estaba practicando con los cuchillos. Me dediqué a observarla minuciosamente por unos minutos, no era mala pero tampoco era tan buena; le faltaba fuerza en el brazo, estaba aplicando una mala postura pero al menos un 70% de sus cuchillos fueron a parar en la diana. Las preguntas empezaron a asaltarme de repente: ¿Por qué toda esa gente estaba entrenando? ¿Podía ser por los inminentes Juegos? ¿Se estaba preparando? No podía ser posible. No podía creerlo, porque si así lo era eso significaba que si yo iba a la Arena sin duda alguna podía tener alguna competencia. Solo retiré la vista de la chica cuando sentí que algo jalaba mi pantalón con fuerza. Mi primer instinto fue el de reaccionar rápidamente y traté de quitarme del lugar pero mi sorpresa fue al bajar la vista para ver que era un perro lo que había estado mordiendo mi pantalón.

Lo miré con el ceño fruncido y lancé varias maldiciones, tratando de quitármelo. No fue hasta después de varios segundos que me di cuenta que aquel perro no era un perro cualquiera sino que ya anteriormente lo había visto y solo podía significar una cosa: Claire estaba cerca. Con una sonrisa la empecé a buscar, pero no fue necesario ya que ella ya se estaba acercando, riendo y retirando al perro de mis pantalones. Su característico cabello rubio, esas facciones finas, ese cuerpo curvilíneo y delgado… la conocía bastante bien.

- Tu y tu bicho quedan perdonados – le dije con algo de sarcasmo – Tienes suerte de que lo reconocí antes de que todo terminara mal – le dije con sarcasmo, obviamente jugando, al mismo tiempo que alzaba la ceja - ¿No puedo venir a tu distrito, Claire? – pregunté aun de forma burlona – He venido con mi padre pero lo bueno es que te he encontrado – le dije al mismo tiempo que la saluda, dándole un pequeño apretón entre mis brazos – No parece. Me estoy divirtiendo – contesté al mismo tiempo que veía el cuchillo que había ido a parar a la diana - ¿Has venido a divertirte conmigo? – le pregunté, guiñándole un ojo.

Aún dentro de mi se encontraba esa risa al ver a Runyon tratando de quitarse a mi cachorro de encima, no era su culpa, simplemente él no le agradaba. Recuerdo que desde que le conocí y vi por primera vez mi fiel guardián no dejaba de gruñirle, le ladraba y se ponía a la defensiva y así era cada ves que él y yo nos veíamos eso era algo raro pero genial. Runyon era una persona bastante agradable, pero había un punto en el que sus ideales y los míos no coincidían haciendo que ambos nos molestáramos y dejáramos de hablarnos durante unas semanas. Bueno, como quien dice no puede haber dos abejas reinas en un mismo panal, sólo que esa oración debía ser corregida a un chico y una chica.

Él era bastante fuerte y astuto, su cuerpo podría intimidar a cualquiera ya que tenía músculo desarrollado por todas partes, una bomba sexy y además una bomba de tiempo, pero era de esperarse, él pertenecía al distrito dos y si no mal recuerdo mis padres me mencionaron hace mucho tiempo que en esos distritos se entrenaban a los chicos hasta los 18 años de edad como si se tratara de asesinos a sueldo. Eso me sonaba terrible pero era cierto, por eso es que Runyon era tan bueno en lo que hacía, aunque bueno lo único malo era que ellos tenían que ofrecerse como tributos, cosa que yo no haría a no ser que el nombre de una niña menor de quince años fuera el seleccionado. A fin de cuentas yo tendría más opciones que ella de ganar.

Me reí pero rodé los ojos al escuchar sus palabras tan sarcásticas-No es mi culpa que mi cachorro sea el único que sea capaz de ver esa enorme aura negra y llena de maldad que te rodea Runyon-me reí, obviamente no hablaba enserio-No, tú tuviste suerte de que haberte percatado que se trataba de mi cachorro, ya que alguno de estos cuchillos pudieron haber atravesado tu pierna-respondí a su sarcasmo con más sarcasmo mientras con una de mis manos jugueteaba con los cuchillos que se encontraban a mi lado-Claro que puedes Runyun, siempre eres bienvenido aquí, sólo trata de no lucirte demasiado, no quiero que robes la popularidad que me he ganado al manejar los cuchillos-me reí, sólo bromeaba en realidad yo era mejor con el arco y con el combate cuerpo a cuerpo-Eso verdaderamente suena a aburrimiento, aunque en ese caso debes agradecerle a mi pequeño guardián que te ha encontrado, sino ni te hubiese mirado siquiera-mentía, puesto que siempre me fijaba quienes estaban a mi alrededor, correspondí a su apretón sin sentirme un poco asfixiada-Claro, no he venido aquí solo a mirar-dejé mi toalla encima de una silla cercana y fui por el arco, tomé una flecha y lo lancé a una diana en movimiento, sonreí satisfecha y orgullosa al ver que había quedado en el centro, pude sentir miradas posadas en mí, eso me gustaba, sentir que la gente te admiraba por alguna labor y que en esa labor fueras excelentemente buena.

Cualquiera que me conociera y me viera en ese momento tal vez se quedaría algo confundido por mi comportamiento con Claire. Cierto era que yo era comúnmente conocido como un chico frío, altanero y algo altivo, pero ellos tenían que aprender que solo me comportaba así con desconocidos o con la gente que me había echo algo. Rara era la persona que llegaba a considerar “amigo”; de hecho mi círculo de amistades era bastante reducido, pero una de las personas a las que podía incluir era la rubia que tenía al frente: Claire Gates era una de esas pocas chicas con las que podía pasar el tiempo y divertirme al mismo tiempo. ¡¡Joder, que habían muchas cosas que me gustaban de ella!! No solo era una cara bonita sino que debajo de todo eso estaba la chica con el carácter agridulce que tanto me gustaba y que tanto me disgustaba en algunas ocasiones. Ambos podíamos llegar a ser tan iguales pero al mismo tiempo tan diferentes, podía amar el tenerla en brazos pero podía llegar a detestarla a tal grado de no hablarle por días, aunque después volvía con ella como si nada por que en realidad no podía durar demasiado con el mismo enojo ya que la mayoría del tiempo peleábamos por algo estúpido.

Por un momento empezaba a pensar que al menos mi día no iría tan mal después de todo porque la había encontrado a ella, no me podía quejar. Bueno sí, si me podía quejar y bastante bien siendo que su perro me había ido a morder el pantalón como si fuera su enemigo. Siempre me había preguntado el porqué de esa actitud y temperamento de ese animal, siempre “atacándome” de alguna forma porque al parecer no terminaba de ser de su agrado. ¡¡Vaya perro!! Con que fuera del agrado de su dueña, con eso me bastaba.

- ¡¡No me digas!! – le dije con el sarcasmo desparramándose de mi boca - ¿Entonces porqué no te hace lo mismo a ti, Claire? Cargamos con la misma aura negra y llena de maldad – dije al mismo tiempo en que dibujaba un aura imaginaria alrededor de mí, después solté una carcajada al escuchar que yo era el que había tenido suerte de haber percatado de que se trataba de su… perro – Entonces serías muy mala con los cuchillos, rubia. Si ese fuera mi cachorro, cualquiera que osara hacerle daño tendría un cuchillo atravesándole el corazón – contesté con media sonrisa en el rostro al mismo tiempo que desviaba la vista a su mano, la cual jugaba con el cuchillo – Una muy pobre popularidad, así que te recomiendo que no juegues con cuchillos, te puedes cortar – susurré en forma burlona ya que sabía que los cuchillos le iban pero ella era mejor en otras cosas.

Cuando habló de que le debería agradecer a su perro por que él había sido el que me había identificado en aquel genterio solo solté una carcajada sonora y limpia. Después me giré para ver al cachorro con una mueca de desagrado y después le gruñí, enseñándole los dientes como si realmente me pudiera comunicar con él.

- Me gusta más pensar que se ha debido a la suerte – le solté antes de que ella fuera por un arco, tomara una flecha y lanzara hacia una diana en movimiento, dando en el blanco con perfección. Pude notar esa sonrisa orgullosa que curvaba sus delgados labios, esa que podía reconocer en cualquier momento que apareciera. Le sonreí de la misma manera y fruncí el ceño – Sabes que mi arco no es mi juguete favorito – dije, haciendo una mueca de disgusto ya que ella sabía mejor que nadie que yo no consideraba el arco como un arma para matar sino como un juguete de madera, y ya varias veces habíamos discutido sobre el asunto pero ahora no quería eso – Pero en tus manos lo haces lucir letal, Claire. Veamos quien es más letal – terminé en forma de reto, tomando un cuchillo y lanzándolo con fuerza. Éste fue a dar directo a la diana pero había perdido el centro por unos cuantos centímetros, solo unos cuantos pero con eso fue suficiente para que quedara insatisfecho.

Estar en compañía de Runyon podía llegar a ser divertido, sobretodo cuando ambos teníamos algo con lo cual entretenernos, porque después de varias horas juntas ambos terminábamos aburridos el uno del otro, o hartos de tanto ego el cual abundaba en ambos, aunque para ser más sinceros Runyon me ganaba en eso. Ambos deseábamos la cima y estaba consiente de que tarde o temprano uno de nosotros tendría que ceder o por lo menos caer en el intento. Pero, mientras la amistad durara, había que disfrutarla al máximo, bueno eso pensaba yo, ya que pocas veces me abría con la gente y Runyon era la excepción, sabía que podía confiar en el aunque mis dudas entraban cuando en algún momento el se aprovechara de eso. Aunque la parte sensible de mí pedía a gritos que dejara de desconfiar de él que aunque fuera como fuera no sería capaz de utilizar en mi contra todo lo que le contaba, cada que nos veíamos.

-A diferencia de ti Runyon, yo si se querer a las personas y eso ayuda a mi aura a no verse tan malvada y oscura como la tuya-comenté riéndome moviendo las manos y en tono terrorífico-Bueno, supongo que un poco de sufrimiento antes de asesinarte hubiera sido algo más entretenido, cosa que no hubiese podido realizar si te clavaba el cuchillo en el corazón.-dije-Llámalo como quieras, de todas formas estarías vuelto una ostra si no me hubiese aparecido por aquí-tomé otra flecha y la lancé-Cada quien tiene su propia arma y una habilidad perfectamente desarrollada-dirigí mi mirada de nuevo al cuchillo lanzado y dejé el arco de lado para comenzar a hacer estiramientos-Aunque creo que practicar con todo aunque seas fatal te servirá de algo en algún momento, quien sabe tal ves sea elegida tributo, no quiero ser presa fácil de nadie, de absolutamente nadie-dije con la mirada perdida imaginándome en la arena, luchando contra hombres más fuertes y grandes que yo.

Abrí mis piernas en un split perfecto sin flexionar las rodillas y estirándome hacia enfrente tocando con mi frente la pierna y con ambas manos la punta de mi tenis. Adoraba ser flexible ya que eso ayudaba a trepar árboles fácilmente y correr con obstáculos no era problema. Bueno esas eran mis expectativas, después de ocho estiramientos, me levante y comencé con las sentadillas, una..dos..tres..cuatro. Me tenía que preparar para mi entrenamiento de lucha de cuerpo a cuerpo. Mi rival de hoy era un chico de diecisiete años pero por su estatura y peso podía considerarse de veinte, era fuerte, de verdad esperaba que se hubiese dado tiempo de venir porque si no Runyon era mi única opción al momento y no deseaba pelear con el. No de momento.

Observé el cuchillo en la diana una vez más al mismo tiempo que mi mano vacilaba en el mango de otros dos cuchillos que reposaban en la mesa; éstos estaban en mejores condiciones así que los tomé sin más, fijé mi vista en otra diana en movimiento y con agilidad lancé los cuchillos, uno tras otro y cuando los vi clavarse en el centro de la diana solo solté una risa burlona, estando más que satisfecho. No era nada nuevo que acertara pero era inevitable que mi ego no se viera aumentado cada vez que hacía algo bien; Claire era consiente de ello y sabía que a ella también solía pasarle lo mismo aunque en cuestiones de ego yo salía ganando. De hecho, Claire podía ser toda una rebelde y malvada cuando quería, pero sin duda alguna llegaba a tener más corazón que yo y eso quedaba demostrado en el simple echo de haber recogido al bicho ese al cual llamaba “perro”, siendo sinceros yo no lo habría echo. A pesar de todo la rubia y yo podíamos tener bastantes cosas en común más allá del color de nuestro cabello, lo que nos llevaba a tener una buena relación pero también unos buenos encontronazos.

- Pero aun así tu aura sigue siendo malvada y oscura, Claire. No lo puedes ni negar ni ocultar – le contesté cuando le volví a poner atención – Entonces estarías buscando un poco de entretenimiento, no tanto venganza. Además así me estarías matando rápidamente; si me hubieras dado en la pierna abría la oportunidad de que lograra responder y todo terminaría en tu muerte, no soy tan débil y lo sabes – respondí con ambas cejas en alto y sonriéndole con superioridad – Sin embargo tengo que admitir que si no te hubieras aparecido por aquí estaría tan aburrido que podría haber muerto – respondí con sarcasmo mientras la observaba lanzar otra flecha - ¿Crees que no he practicado con ese dichoso juguete? – pregunté con irónica – Claro que lo he hecho pero simplemente no es lo mío – dije al mismo tiempo en que pasaba una mano por mi cabello – Si eres escogida en los Juegos lo último que vas a ser es “presa fácil” – dije haciendo las comillas con los dedos de mis manos. Sin poder evitarlo empecé a pensar en la posibilidad de que ambos fuéramos escogidos en los Juegos; sin duda alguna yo quería ir pero me pondrían en un aprieto al estar Claire ahí dentro. Mi conclusión era que no me detendría ante nada ni ante nadie pero una vez en práctica quien sabe como actuaría. Observé como la rubia empezaba a calentar y mientras me recargué en la mesa donde estaba los cuchillos, tomando uno y jugando con él con mi mano derecha - ¿Tendrás combate cuerpo a cuerpo? – pregunté al final ya que no veía para que más Claire estaba calentando.

Rodé los ojos y seguí con el calentamiento, era demasiado para mi tener que pensar en todo lo que sucedería si salía electa en los juegos, el matar no era lo mío pero si mi vida estaba en riesgo, claro que lo haría. Con tal de volver a casa sería capaz de todo, bueno de casi todo, es por eso que a veces me golpeo la cabeza recordando que fue mala idea hacer amistad con chicos de los primeros distritos, es decir no me arrepentía del todo, pero eso sería un verdadero problema para mí ya en la arena, supongo que para ellos también, ahí dentro teníamos que olvidarnos de que éramos humanos y que teníamos sentimientos para poder ganar, cosa que no haría por más fuerte que intentara parecer.

-Puede que tengas razón, digo no estoy entrenando porque sí, pero si aquí solo entrenamos, matar personas será un nuevo reto, quiero decir que no será tan sencillo como parece-comento haciendo ahora lagartijas, estaba un poco ausente pensando en como serían los juegos y la idea de tener que volverme una fiera y asesina me daba cierto temor, yo no era así, no del todo. Mis padres me dijeron mil veces que no fuera así, que debía ser como las demás chicas, preocupadas por el chico que les gustaba, pero realmente eso no era lo mío, para nada. Lo mío era trepar árboles, entrenar con mi arco y una que otra vez con el cuchillo, eso de andar preocupándome por lo que los chicos pensaban de mi me era indiferente, me arreglaba, no lo niego, pero lo hacía a mi modo y para mí, sólo por mi. Saqué todo ese lío de mi mente y seguí calentando-Sí, practicaré combate cuerpo a cuerpo-comento mirando a mi alrededor, buscando a ese chico-pero parece que aún no llega, espero que no se haya metido en problemas de nuevo-continuo ahora estirando una brazo apretando con el otro el antebrazo. El chico era jóven y bastante fuerte, pero si se trataba de neuronas era un caso perdido, se la pasaba la mayoría del tiempo retando a medio mundo y creando peleas en el colegio, como si no tuviera otro Hobbie.

-¿Y a qué vino tu padre?-pregunto tratando de abrir nuevo tema con él, sabía que alguno de los dos tenía que hacerlo sino nos aburriríamos, bueno por el momento el sería el que se aburriría y no habría caso de que yo hubiese aparecido.

Mientras la rubia calentaba yo solo la observaba con aire pensativo, ya que mis pensamientos aún vagaban en la posibilidad de ser escogido en los Juegos. Para mí sería más que un honor siendo que iría a representar a mi distrito y una vez ahí daría todo de lo que pudiera dar de mí. Lo que me hacía sentir incómodo era el simple pensamiento de que bien podrían ser escogidos como tributos otros chichos y chicas que conocía. Si eran simples conocidos sabía que una vez en la Arena – si es que las cosas pasaban tal como estaba pensando- todo me iba a dar igual. Si era a alguien que apreciaba… bueno, entonces mi teoría iba a ser más que comprobada: los sentimientos y las ligaduras con otras personas no te iban a servir de nada. Las alianzas siempre eran buenas pero no había que mezclar los sentimientos sino éstos te llevarían directo a tu ruina. A la Arena ibas luchar por tu vida no a estar perdonando la vida de los demás y mucho menos dejándote guiar por el corazón; tenías que pensar fríamente, si era necesario te ibas a volver en un asesino a sangre fría e incluso hasta en un animal, lo que fuera para salir con vida.

- Tal vez no seas el predador pero al menos tampoco serás la presa. O al menos no tan fácilmente – comenté con una sonrisa burlona. Había escuchado sus primeras palabras justo a tiempo para que después no me dijera que “no la había escuchado”. Cuando escuché que su respuesta a mi pregunta era positiva no hice más que imitarla, buscando con la mirada a aquel o aquella quien sería su contrincante cuerpo a cuerpo. Sería más normal si su contrincante fuera mujer, ya que chica contra chica era lo más justo, aunque con Claire se podía esperar cualquier cosa. Dejé de buscar al escuchar que esa persona aún no llegaba – Espero que te deje echa polvo, debilucha – le dije con ironía al mismo tiempo en que la mirara como si en realidad fuera una chica débil. Cuando me preguntó acerca de los asuntos de mi padre solo alcé una ceja, pensando en que quizá ella estaría bromeando o haciéndose la graciosa, aunque el tono de voz no decía nada de eso - ¿Qué no es obvio? ¿O acaso es que no has visto a todos los Agentes de Paz? – pregunté algo sorprendido a decir verdad.

Los juegos del hambre, una tradición un tanto sádica y terrible para varios ciudadanos en el distrito, se supone que eso significa la muerte para los chicos chicas entre doce y dieciocho años. Pero jamás he oído hablar de como es que terminarían las familias de los tributos caídos en batalla, ellos tienen que seguir adelante si o si. Mis padres tuvieron suerte una vez con Deutton, pero tal vez y la historia cambiara conmigo, tal vez yo no fuese lo suficientemente astuta para huir de Runyon o de los demás tributos entrenados de los distritos 1, 3 y 4. Sólo me quedaba entrenar para que, como me acababan de recordar, no fuera una presa fácil, que por lo menos diera mi lucha. Sabía que mis padres estarían bien, sobretodo con Deutton y sus riquezas. No tendrían problema para sobrevivir sin mi.

-De verdad espero que tengas razón en eso-comenté con la mirada perdida, mientras terminaba el calentamiento. Deutton, a pesar de ser tan agotante, me quería al igual que yo a él, y se preocupaba por mí y a veces mucho más que mis dos padres juntos. Me entrenaba en su tiempo libre y me visitaba cada que tenía bastante tiempo para sí. Mis padres le adoraban y yo también aunque no lo hacía muy notorio, pues al ser la menor tenía que tener algo a mi favor. Me reí ante esto último, ya que bueno era mi familia.-Vamos Runyon ambos sabemos que nadie me puede dejar hecha polvo, ni siquiera tú-me reí aún más. Parecía como si de verdad lo dijera enserio, pero eso no me preocupaba, no por el momento.

-Bueno, a diferencia tuya yo no estoy al pendiente de todo lo que sucede a mi alrededor como.. como si fuera una chismosa metiche y exasperante, como a veces puedes llegar a ser tu mismo-me reí-Pero ya.. hablando enserio, he estado viendo a muchos agentes de la paz, pero ellos vienen y van, la verdad no me puedo explicar a que viene tanto ajetreo, ¿A caso es por lo de los rumores los juegos?-dije en voz baja esperando que nadie más que el rubio escuchara.