Cielo, mar y cenizas {libre}

Estaba sentada en la arena, bajo la sombra de una vieja paraguas con mis padres sentados detrás de mi, y podía escucharlo perfectamente como si no hubiese nada más, ni la gente, ni las aves, solo el mar mientras me cantaba una canción de cuna. "Somewhere so far away, in the sky maybe, the sun is shinning to soul, because your dreams can to save us..." Era una canción extraña, con una melodía hipnotizante, lenta pero rápida, suave pero agresiva, me sentí triste de que mi madre no lo escuchara cuando le preguntaba por ella, me sentí mal de que aquella hermosa melodía solo quedara entre el mar y yo, como un secreto o una promesa. Mi mamá acarició mi cabello, una y otra vez, yo la miré, ella me veía pero no me estaba mirando a mi, intentaba ver dentro de mí...o al menos así me pareció.

Una ola chocó contra las rocas, profiriendo un sonido fuerte, otra más que chocó contra los cascos de los barcos pesqueros y entonces pude escuchar como decía mi nombre, me recargué en mis manos y me levanté, la mano de mi madre cayó contra la arena puesto que no se lo esperaba, yo la miré, pero antes de que dijera nada tomó mi mano y me pidió que no me fuera -Mamá, me está llamando- ella me miró confundida y yo comencé a reír, entonces me solté -Vuelvo en un rato- y me fui con una sonrisa, debía aprender a dejarme ir desde ahora...

Caminé por la orilla del mar pero ya no me llamaba, no escuchaba mi nombre, la canción, ni nada parecido, solo a las olas y a las personas, miré a mis pies, no podía ver las huellas que dejaba atrás pero si unas que había frente a mi, antes no estaban puesto que una ola las había borrada, como si hubiesen comenzado desde ahí, puse los pies en ellas, eran un poco más grandes que mis pies, pero podía seguirlos bien, así que seguí mi camino sobre ellas, entonces ya no fue mi camino, estaba siguiendo el camino que otra persona se había dispuesto a seguir, mirando a mis pies todo el tiempo, después apresuré el paso con mi cabello moviéndose de un lado a otro, cuando de repente. Pum. Había chocado contra alguien, no ví quien era, solo vi sus pies, era el dueño de aquellas pisadas -Lo siento...creo- ¿Tenía que disculparme por un accidente? Según sabía yo, si -Si, si lo siento-Me reí.

Y las gaviotas se rieron de mí, se burlaron de que fuese lo suficientemente torpe como para chocar con algún desconocido al que no le había visto el rostro aún...¿Eso no sería muy grosero? Disculparse con alguien sin siquiera mirarle, así que levanté el rostro y puse cara de arrepentida, aunque si lo sentía de verdad, pero a veces era difícil para mi el hecho de demostrar emociones con mi rostro, otras veces no, a veces las emociones gritaban en mi rostro, me sonrojaba mucho o hacía pucheros, parecía tener mente propia.

Ella sonrió, casi suspiro de lo aliviada que estaba, temía que si se enojaba conmigo fueran a golpearme frente a la plaza...quizá había estado leyendo mucho los libros de historia de Panem demasiado últimamente. El viento atacó mi melena, pero yo no hice nada, no me molestaba que tocara mi cara a menos que se metiera en mi boca. ¿Perdida? Negué con la cabeza -Yo no estoy perdida, vengo mucho a la playa, me gusta nadar y me gusta como canta el mar- Quien tenía más el rostro de perdida era ella, conocía a varios de los habitantes pero a ella no la recordaba: rubia y de bonitos ojos, era guapa en realidad, parecía como princesa ¡Yo recordaría a alguien así! Me acerqué más a ella y le hice un ademán con la mano de que se acercara mientras me paraba de puntitas un poco -tampoco era demasiado alta, ni yo era baja- , entonces le susurré al oido -No eres de este distrito, ¿Verdad?- lo susurré porque no me dejaban hablar con extraños y si mis padres me estaban siguiendo como la ultima vez, se darían cuenta, me giré, no estaban por ningún lado así que me sentí aliviada.

Y el viento siguió azotando mi cabello, hasta que impidió mi vista y lo puse detrás de mi oreja, después con un gesto amable y una sonrisa estiré la mano y me presenté -Soy Rhymer Overwhill...¿Y tu eres?- Dije mientras esperaba que ella hiciera lo mismo.

Ella parecía estar pensando en sus cosas cuando cayó en la cuenta de algo que dije, me preguntó sobre el mar y su canto, pero claro que cantaba solo que no todo el tiempo, cualquiera se cansaría de ser así ¿No? Me miró medio raro, ya sabía diferenciar el tipo de miradas, varias veces me miraban así, pero seguía sonriendo, no me molestó en absoluto, quizá yo hubiese hecho lo mismo en su lugar, si una rubia de quince años con cara de niña llega y me dice que el mar canta y yo no tengo uno en casa. Sonreí también y luego mire al mar, ¿Cómo podía decir que yo era la favorita? A mi no me sonaba para nada a lo que era en realidad. Además, ella era bonita como sirena ¡Seguro el mar la adoraba!

-El mar no quiere más a nadie-Hablé por fin mientras la miraba -El mar canta para todos y cada uno de nosotros, solo que no todos lo escuchan, todo lo que tienes que hacer es escuchar- La miré, esperando ver alguna reacción de su parte ante lo que le había dicho. Me acomodé el cabello para que ella pudiese responder la pregunta que le había hecho, sobre ser de aquí -Bienvenida- me limité a decir. Entonces otra ráfaga de aire volvió a atacar mi rostro y pude sentir el sabor salado en mi boca; pasé mi lengua por mis labios, también estaban salados, si comiésemos en la playa seguro eso de condimentar la comida sería innecesario, solo pescar, freír y comer.

Ella tomó mi mano un segundo después, tenía la piel suave y cálida a pesar de toda aquella brisa, seguramente mi mano estaba fría pero no me molestaba, siempre había sido bastante buena adaptándome a las temperaturas, aunque eso no me hacía inmune en realidad. Me dí cuenta de que me tomaba con delicadeza, aún sin ser tan pequeña parecía que ella tenía miedo de hacerme daño o quizá tenía miedo de desaparecer en una nube de polvo...quizá tenía miedo por mi, pero yo no era ninguna alucinación, para probarlo, la apreté un poco más cuando me dijo su nombre y mientras retiraba mi mano sonreí hacía ella -El gusto es mío, Katleen, por cierto tienes un lindo nombre- me entró la curiosidad y no lo pude evitar -¿Qué significa?- Algunos nombraban a su hijo a como creían que la suerte les ayudaría a un futuro brillante, o por simple pretención, una vez había visto a una niña llamada "Beauty" me pareció tonto, pues no era mucho más llamativa que aquella niña pelirroja de mi salón o que el ave afuera en aquel árbol que vi ese día. Bonita me parecía la canción del mar, bonita era Katleen.